


Sin embargo para este padre y su hijo parecen infructuosas sus innumerables expediciones, provocando mucha frustración.
La señal de la aventura
En el corazón de la mina oscura y silenciosa, el chico hongo se despertó con un sobresalto. Sus ojos se abrieron de par en par, y su cabeza de hongo se iluminó con un color más intenso, como una señal de alerta que resonaba en su mente.




El chico hongo levantó su medidor electrónico, que había estado en silencio durante horas. La aguja temblaba y emitía un pitido débil, pero constante.
Su padre, un monstruo experimentado y sabio, notó el cambio en su hijo y se acercó a él con preocupación.
"¿Qué pasa, hijo?", preguntó, su voz baja y calmada, pero con un dejo de curiosidad.
"¡Lo siento, padre!", exclamó, su voz llena de emoción. "¡El medidor está detectando un agujero de gusano! ¡Es la primera vez que lo hace en meses!"
Su padre sonrió, y sus ojos se iluminaron con una mezcla de emoción y alivio. "¡Eso es increíble, hijo! Después de todas las expediciones fallidas, creo que finalmente hemos encontrado algo."
Juntos comenzaron a avanzar por la mina, siguiendo la señal del medidor. El chico hongo se sentía emocionado y nervioso, pero también un poco asustado. ¿Qué encontrarían en el agujero de gusano? ¿Sería peligroso? ¿Serían capaces de sobrevivir?
Pero el chico hongo no se dejó llevar por el miedo. Estaba decidido a encontrar el agujero de gusano, y nada lo iba a detener. Su medidor electrónico era su mejor amigo, y sabía que lo llevaría a la aventura de su vida.
















El padre hongo se movió con rapidez, su cuerpo grande y fuerte se desplazó por la mina con facilidad. Investigó el área circundante, buscando cualquier señal de peligro o de vida. De repente, el suelo comenzó a temblar y un portal se abrió en la pared de la mina, como una boca gigante que se abría para tragarse todo a su paso. El aire fresco y limpio salió del portal, y el padre hongo lo detectó de inmediato. Era una señal de vida, una señal de que había algo al otro lado.
"¡Hijo, ven aquí!", gritó, su voz llena de emoción. "¡He encontrado algo!"
Pero el hijo hongo no lo escuchó. Estaba demasiado ocupado mirando el portal, su cabeza de hongo inclinada hacia atrás en asombro. No vio la roca que caía del techo, no vio el peligro que se acercaba. El padre hongo sí lo vio, y gritó con desesperación, "¡Hijo, cuidado!"
Pero era demasiado tarde. La roca cayó sobre el hijo hongo, y él se quedó paralizado de miedo.
El portal, que había estado emitiendo una fuerza de atracción, lo absorbió con una fuerza irresistible. El hijo hongo gritó, su voz se perdió en el rugido del portal, mientras era arrastrado hacia el otro lado.
El padre hongo intentó sujetarlo, pero sus manos se cerraron en el vacío. El hijo hongo desapareció en el portal, y el padre se quedó solo en la mina, desolado y gritando de dolor.
"¡Hijo! ¡Hijo, no! ¡Vuelve!"
Pero no hubo respuesta. El portal se cerró, y la mina quedó en silencio. El padre hongo se derrumbó al suelo, su cuerpo grande y fuerte ahora débil y vencido.
Mientras tanto, el hijo hongo cayó en un lugar desconocido, un laboratorio secreto en el planeta tierra. Se levantó con dificultad, su cabeza de hongo doliendo y su cuerpo cubierto de polvo. Miró a su alrededor, confundido y asustado
¿Dónde estaba? ¿Qué era este lugar? ¿Y dónde estaba su padre?




